Siempre hemos insistido en que vivimos una etapa histórica de crisis generalizada y recurrente, esta recurrencia es su enfermedad Terminal.
Colapsan los modelos hijos del siglo XIX y XX.
La actual crisis financiera que golpea y casi noquea a la economía real, y que jaquea al mundo, es simplemente, el momento crítico de la crisis. Llegó a su fiebre extrema. Estalló la burbuja y el principio de maximización de los beneficios del capitalismo llegó a su paroxismo máximo. Toda la lógica del mercado que supuestamente se autorregula por sí mismo comenzó a envenenarse con los gases y las burbujas que fue creando; así se puso en marcha la asfixia del pensamiento único.
El dios mercado se fue anonadando en su propio estupor. Fue careciendo del oxígeno que hasta entonces había estado despilfarrando. Sus miembros superiores e inferiores fueron perdiendo la movilidad que lo caracterizó en sus tiempos de euforia en las bolsas de valores; la crisis fue avanzando hasta colocar al sistema capitalista en un nivel de riesgo máximo.
Fue entonces que la religión del mercado comenzó a perder credibilidad y confianza. Se fue esfumando la liquidez de dinero, su sangre vital y verdad de fe.
Y entonces todos aquellos popes que vociferaban en los templos de los shoping o supermarket, que la política debe retirarse de la economía comenzó a montar la operación salvataje. El Estado pasó a ser el gran salvador comprando acciones de los bancos e instituciones financieras quebradas y planteando una regulación necesaria; pero debemos decir que esta crisis no se resuelve con la “Reforma De La Arquitectura Financiera Global”.
Una vez más se confirma la contradicción esencial de la lógica neoliberal: se privatizan las ganancias, se socializan las perdidas.
Entonces, una vez más, los pobres acuden a socorrer a los ricos.
Pero la crisis no tiene misericordia. Todos pagarán algún precio, y como el epicentro del terremoto es la zona más afectada, será Estados Unidos, con Wall Street al frente, seguidos de los desplumados deudores hipotecarios, en especial los sectores populares y la clase media, quienes anuncian al mundo, la muerte por asfixia y falta de oxígeno (liquidez, crédito) del “American Way Of Life”.
Así es como se produce lo insólito. Washington informa la nacionalización de la banca. En definitiva, es un proceso de socialización con toda la carga de corrupción que conlleva ponerlo en práctica en la cuna actual del “libre mercado”, del capitalismo salvaje, del Consenso de Washington, EE. UU. 700 mil millones de dólares de los cuales 250 mil millones se destinan a la compra de acciones de los bancos. En Europa y Japón se toman medidas similares.
Como afirma Fernando Enrique Cardozo, un intelectual siempre interesante y quien se fue aproximando a los grandes intereses, quien nos dice:
“El sistema financiero funcionó fuera de los controles de los bancos centrales e incluso con su indulgencia. Sin transparencia en las operaciones se volvió difícil evaluar los riesgos y garantizar la confianza.
De una crisis de liquidez de quien no tenía como cumplir sus compromisos, se pasó a una crisis de confianza: nadie confía en nadie para prestar dinero, ni siquiera los bancos para prestarle unos a otros. El crédito se agota solo después de propagada la crisis, los bancos centrales inyectaron los billones de dólares. Aún peor, dejaron margen para la sospecha que, más que salvar al sistema, se estaban rescatando las fortunas personales a costa de los contribuyentes.
Desde hace siglos se sabe que el remedio contra la exacerbación irracional de los Mercados, es la regulación y la transparencia”
Pero la crisis enseñó algo que también se sabe desde hace siglos: el libre mercado no acepta reglas y se burla de la transparencia.
Creo que es necesario distinguir algo importante.
La asfixia del neoliberalismo no mata al capitalismo, aunque lo hiere gravemente en su postulado esencial: “libre mercado”, que de libre tiene muy poco.
Pero sí existe un muerto: la “American Way Of Life”. Terminó la época de oro de la población americana. Ahora avanzará la desigualdad social, y la exclusión. Hoy ya existe más de 40.000.000 de pobres.
Como nos dice Ignacio Ramonet, director de “L’Monde Diplomatique” en su artículo “La Crisis Del Siglo”:
“Los terremotos que sacudieron las bolsas durante el pasado “septiembre negro” han precipitado el fin de una era del capitalismo. La arquitectura financiera internacional se ha tambaleado. Y el riesgo sistémico permanece. Nada volverá a ser como antes. Regresa el Estado”
Paul Samuelson, premio Nóbel de economía es contundente:
“Esta debacle es para el capitalismo lo que la caída de la URSS fue para el comunismo”
Hoy se habla del “rescate de los banksters” (banquero gangster) Ramonet es tajante:
“Socialismo para los ricos, capitalismo salvaje para los pobres”
El Gran lingüista y analista norteamericano Noam Chomsky nos dice en su artículo “la campaña y la crisis” lo siguiente:
“Los orígenes inmediatos de la crisis actual reposan en el colapso de la “burbuja” de la vivienda supervisada por el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan. Esa burbuja sostuvo a la afligida economía durante los años Bush por medio de un gasto del consumidor basado en deudas y préstamos al extranjero.
Pero las raíces son más profundas. En parte radican en el triunfo de la liberalización de los mercados de toda tutela gubernamental en los últimos 30 años. Estos pasos incrementaron de manera previsible la frecuencia de malas inversiones, que ahora amenazan con producir la peor crisis desde la Gran Depresión. También de manera predecible, los sectores que cosecharon enormes ganancias con la liberalización están pidiendo ahora masivas intervenciones estatales para rescatar las instituciones financieras que se han derrumbado.
Este tipo de intervencionismo es una pauta regular del capitalismo de Estado, aunque la escala de hoy en día es inusual. Un estudio de los economistas Winfried Ruigrok y Rob van Tulder efectuado hace 15 años determinó que al menos 20 empresas en la lista Fortune 100 no habrían sobrevivido de no haber sido rescatadas por sus gobiernos respectivos.
También, señalaron Ruigrok y van Tulder, muchas empresas del resto lograron ganancias sustanciales al demandar que los gobiernos «socializaran sus pérdidas», como en el actual rescate financiado por los contribuyentes.» Este tipo de intervenciones “ha sido la regla en vez de le excepción durante los siglos pasados”, concluyen los economistas.
La liberación financiera tiene efecto mucho más allá de la economía. Pues es un arma poderosa contra la democracia. Un movimiento libre de capital crea lo que algunos han denominado “Parlamento virtual” de inversionistas y prestamistas, que supervisan muy de cerca los programas del gobierno y “votan” contra ellos si son considerados irracionales: en beneficio del pueblo, no para favorecer el poder privado concentrado. Los inversionistas y los prestamistas pueden “votar” por medio de la fuga de capitales, de los ataques a las divisas y de otros recursos ofrecidos por la liberalización financiera.
Esa es una de las razones por las cuales el sistema Bretton Woods establecido por Estados Unidos y Gran bretaña después de la Segunda Guerra Mundial instituyó control de capitales y divisas reguladas”.
Nuevamente los pobres pagaran el precio de esta crisis montada y gerenciada por mercaderes criminales.
Nosotros los Latinoamericanos – Caribeños, desde la perspectiva del movimiento de trabajadores, tenemos derecho a preguntarnos:
Esta crisis, ¿Podría ser la chispa de nuevas guerras y de nuevos saqueos de los recursos naturales y culturales de nuestros países?
¿Estas guerras serán preventivas y como se financiarán?
¿Seguiremos pagando los países pobres las aventuras guerreras de las potencias imperiales?
¿Naufragará la democracia capitalista y triunfará la civilización de la solidaridad fundada en el trabajo, en la educación y en el ejercicio pleno de los DD. HH?
¿Cuál será la nueva estrategia de seguridad nacional de los EE. UU. y cual su proyecto hegemónico?
¿Será que el cambio y la esperanza, nacida en el Sur y anunciada también en los Estados Unidos, podrán asociarse para ofrecernos un futuro de libertad – justicia social y paz mundial?
¿Nuestra región latinoamericana – caribeña, y el movimiento de trabajadores, estarán a la altura de los desafíos históricos del siglo XXI?
Nosotros tenemos razones para el desasosiego y para la esperanza y desde luego apostamos a los cambios.
Es que nace una nueva conciencia y verdad:
- Comprobamos que el “libre mercado” como lo concibe el neoliberalismo – capitalismo es una estafa.
- Redescubrimos que la política debe gobernar la sociedad, y no la economía y las finanzas.
- Ratificamos que el Estado y el mercado son instrumentos de la sociedad, y deben estar a su servicio, buscando armonizar sus coordenadas.
No queremos ni la dictadura del estado, ni la dictadura del mercado.
Necesitamos construir una sociedad democrática, en libertad y justicia social. La crisis anuncia que llegó la hora de buscar alternativas al modelo neoliberal y al capitalismo salvaje.
La nueva era de acuario asoma su nariz. Protagonicémosla.
La nueva era de acuario cabalga en el simbolismo del cambio histórico, un deslizamiento epocal que debemos analizar e interpretar en términos holísticos y dinamizándolo sinérgicamente.
No podemos seguir haciendo las mismas cosas y de la misma manera como se nos impuso hasta ahora. El poder de seducción del neoliberalismo, del individualismo, del consumismo, de la globalización que ahora más que nunca sigue produciendo como nos indica Joseph Stiglitz – premio Nóbel de economía, “efectos devastadores en los países pobres”, debe llegar a su fin.
Es más que nunca el tiempo para implementar un nuevo proyecto histórico, una nueva economía y una educación liberadora, y apostar al proceso de integración y desarrollo de toda nuestra región latinoamericana –caribeña. Debemos conformar el poder de recambio histórico para lo cual es estratégico elaborar el pensamiento social del Siglo XXI y organizar al pueblo como factor de poder.
Siendo la hora de la verdad y la acción, las fuerzas y movimientos progresistas de la sociedad, debemos apostar nuevamente “a la vida, a la esperanza y a la utopía”.
La verdad es simple como el anillo:
“OTRO MUNDO ES POSIBLE”
Por un estado democrático social de derecho.